sábado, 12 de diciembre de 2020

QUE CANARIAS NO SE CONVIERTA EN LAMPEDUSA Círculos de Silencio, Valladolid, 18-12-2020

Se siguen oyendo los gritos. Gritos de migrantes ahogándose en el mar y gritos de auxilio para quienes les intentan ayudar.

    Canarias es un grito del que no podemos dejar de hacernos eco. Solo la empatía nos podrá convencer del sufrimiento de quienes llegan a nuestro país. Primemos la acogida y la integración.
    Y eso es lo que hicieron en Órzola (Lanzarote), muchos vecinos-as, la noche del 25 de Noviembre, que fueron los primeros en llegar a la orilla de las rocas, formaron una cadena humana, usaron los bidones de gasolina como boyas y comenzaron a rescatar con la única luz de los teléfonos móviles.
    Estos gritos llegaron a José Antonio, un carpintero jubilado, que sin saber nadar, trajo a tierra a varios supervivientes. Cuenta su familia que al volver a casa pasó doce horas mudo. Estaba en estado de shock. Eran gritos desgarradores.
    Y frente a la hospitalidad del pueblo, la actitud de las administraciones, que dejan en la intemperie a los que llegan, los tiran como objetos en el muelle de Arguineguín, los devuelven en caliente, sin respetar ninguna legalidad, impiden que puedan venir a la península, tal vez ¿para expulsarlos más fácilmente?
    Mientras esto ocurre, los gobernantes van a Marruecos, para que sigan reprimiendo la emigración, y a Senegal, a firmar un acuerdo pesquero, que durará cinco años. Este tratado es la fórmula legal que permite robar los recursos pesqueros que eran sustento para una parte muy importante de la población local. Miles y miles de familias pesqueras, justamente gracias a esas pateras, tenían en el mar su sustento diario, que ahora solo pueden buscar a miles de kilómetros de sus costas. La contribución o chantaje que la UE pagará a Senegal ascenderá a 1,7 millones de euros al año. ¿Cuántas personas pueden alimentarse con 12 mil toneladas de atún y merluza? ¿Cuántos medios de vida han sido anulados a cambio de unos fondos que vete tú a saber dónde se quedan?
    Nos horrorizamos ante la masacre de Lampedusa; sentimos vergüenza, porque quince emigrantes murieron intentando entrar a nado en Ceuta, mientras agentes de la guardia civil les disparaban con pelotas de goma. Y no queremos que Canarias se convierta en Lampedusa.
       Hay que resaltar la aportación positiva que la inmensa mayoría de los inmigrantes hacen al país que los acoge. La contribución abarca todas las dimensiones: la economía, la demografía, la cultura, etc. No lo olvidemos, quienes vienen de fuera nos traen un inmenso tesoro, rejuvenecen con sangre nueva nuestra vieja Europa y nos abren al desafío de la diversidad. Muchas mujeres inmigrantes están siendo la voz y las manos de ternura que nuestros niños, nuestros enfermos o nuestros ancianos necesitan. Muchos jóvenes jornaleros están recogiendo de nuestros campos una riqueza, que no se ve correspondida con las condiciones laborales que sufren. Y todos ellos son un ejemplo de esperanza para nuestra sociedad pesimista y ciega ante el futuro. Sí, todos ellos son fuente de esperanza, ya que fue la esperanza la que les dio las fuerzas para afrontar tan duro viaje. 
    No debemos olvidar que solo cuando cese la injusticia actual del comercio internacional y de armas, cuando cesen las guerras inducidas en países con riquezas mineras, cuando los dictadores que expolian a su pueblo dejen de contar con la complacencia de gobiernos y empresas multinacionales, la inmigración de ciertas zonas del mundo se podrá regular. 
    Estamos convencidos de que la hospitalidad, implica, en su mínima expresión, no poner en riesgo la vida de quienes intentan entrar en nuestro país, aunque sea de forma irregular y que ojalá entre todos y todas vayamos construyendo esa gran utopía que es la fraternidad y que la palabra que más resuene sea la de HOSPITALIDAD. Las personas que estamos aquí reunidas, creemos que es posible.

viernes, 16 de octubre de 2020

Círculo de silencio: Ante el drama de las personas refugiadas, la fuerza de la solidaridad Valladolid 23 de octubre del 2020

Nos reunimos en un círculo de silencio, donde queremos mostrar la injusticia con las personas migrantes y refugiadas. Vivimos momentos de alarma sanitaria con una pandemia que azota a nivel global al ser humano, y en la que se ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas de protección de las personas y familias. Como decía también el manifiesto de la campaña Pobreza Cero hace unos

días, “el virus no entiende de fronteras políticas ni geográficas, se extiende sin freno y son las personas y los países más vulnerables quienes están sufriendo con más intensidad las devastadoras consecuencias de la pandemia”.
 

En nuestra ciudad somos testigos de la vulnerabilidad en la que están viviendo muchas familias migrantes, sin acceso a recursos ni ayudas públicas, por tener una situación administrativa irregular; con dificultades para satisfacer una necesidad tan básica como comer, o para que los hijos e hijas vayan a la escuela con libros. El estudio “Un arraigo sobre el alambre” realizado por Cáritas y la Universidad de Comillas, muestra como la mayoría de las personas de origen migrante que vive en España sienten un fuerte arraigo social, al tiempo que viven una intensa segregación socio-económica, simplemente por el hecho de ser inmigrante. Denunciamos el creciente discurso de odio que hay contra las personas migrantes, incluso culpándolas de la pandemia, buscando chivos expiatorios y fomentando el miedo.

 

Queremos manifestar nuestra oposición a la construcción del nuevo centro de internamiento de extranjeros de Algeciras y la reapertura de los CIEs existentes. Durante el confinamiento fueron cerrados por ser instalaciones totalmente inadecuadas, y fue una muestra de que España puede gestionar las migraciones sin estos instrumentos que atentan contra los Derechos Humanos y la dignidad de las personas migrantes.

 

Por otra parte, seguimos con el corazón encogido recordando el horror vivido en el campo de refugiados de Moria en Grecia, que ardió la noche del 8 de septiembre dejando a 13.000 personas en la calle, entre ellas 4.000 niños y niñas, muchos de ellos sin ningún adulto de referencia. Una tragedia previsible que las ONG venían denunciado desde hace meses, por las condiciones de vida insostenibles, y la falta de voluntad política de buscar alternativas para las personas que huyen del conflicto y la persecución. Esta situación se repite en campos de refugiados de todo el mundo. No podemos conformarnos con falsas soluciones, pedimos corredores humanitarios seguros y recordamos que son muchas las ciudades e instituciones que se han ofrecido para la acogida, entre ellas Valladolid. Como dice el Papa Francisco “Lo podemos ver como un problema, como un peligro, como una amenaza. O nos podemos poner en su lugar, y entonces posiblemente nos cambie la mirada. Ante alguien que se ha visto obligado a huir yo no puedo permanecer indiferente, y menos ser hostil”.

 

Es necesario potenciar políticas de inclusión, que impulsen la cohesión social y la gestión de la creciente diversidad cultural, religiosa y social. Pero sin duda, ante este drama, la fuerza de la solidaridad ciudadana es el instrumento para enfrentar los problemas globales y crear una sociedad intercultural.

domingo, 26 de enero de 2020

Las VI jornadas de Economía Solidaria repasaron el absurdo de la economía de bajo coste.

El sábado se celebraron las VI jornadas de Economía Solidaria. Bajo el título "Estamos construyendo una economía de LOwCOSt? repasó las consecuencias económicas de un modelo en el que el objetivo de abaratar la producción supone la precariedad, la explotación laboral y la destrucción del medioambiente.