domingo, 16 de octubre de 2016

En el Día internacional de la soberanía alimentaria: el hambre no es una fatalidad.

Hace unos días se organizaba en Valladolid una carrera contra el hambre.

Son muchos los factores que influyen en el drama del hambre en nuestro mundo. Es un fenómeno complejo, que no tiene una única causa, pero no es una fatalidad. No es algo sobrevenido ante lo que no podemos hacer nada.

Hoy ya sabemos que se producen alimentos para más del doble de la población mundial, y sin embargo 100.000 personas mueren al día por inanición o sus consecuencias. La mitad de ellos, niños. La mitad de la población mundial sufre de escasez de alimentos, también en Europa y en España. ¿Por qué entonces ocurre esto?

También sabemos que este horror podría erradicarse totalmente, hoy mismo, dedicando sólo el 1% de los capitales entregados en los rescates financieros a los bancos o con el 2% del gasto en armamento mundial anual. Entonces ¿por qué no se hace?

Lo primero es preguntarse precisamente eso, por las causas, por los porqués. Las causas decíamos son múltiples: la especulación con los precios de los alimentos y de las tierras, el acaparamiento de éstas para producir biocombustibles entre otros productos no alimentarios, el sistema económico y financiero injusto que mantiene la losa de la deuda soberana, la corrupción política y económica o la falta de democracia, las guerras, el cambio climático, el sistema consumista y devorador de recursos de nuestras sociedades enriquecidas o la pérdida y despilfarro de alimentos, entre otros muchos. Pero sobre todo por una creciente indiferencia e insolidaridad individual y colectiva, y una falta de voluntad política (se puede pero no se quiere).

Después viene la segunda pregunta: ¿y yo qué tengo que ver con todo esto? ¿tiene algo que ver con mi vida?

Hace unos días se organizaba en Valladolid una carrera contra el hambre, organizada por el Ayuntamiento y patrocinada por unos grandes almacenes, a beneficio del Banco de Alimentos de la ciudad. 3.500 personas participaron en un día festivo con clases de zumba, actuaciones para niños, bocadillos y mochila para los andarines y sorteo de regalos. Todo ello a cambio de 4 €, con los que se podrían comprar unos 12.000 kilos de alimentos.

Es de suponer la buena intención de las personas que allí fueron, pero también la falta de conciencia personal y colectiva de los problemas.

¿Cuántos de ellos, de nosotros también, hemos pensado en si nuestros ahorros están invertidos en especular con los precios de los alimentos en la Bolsa de Chicago o destinados al acaparamiento de tierras para producir biocombustibles para nuestros coches o en empresas que juegan con las deudas externas de los países empobrecidos?

Y ya que el objetivo es recoger alimentos ¿Nos hemos parado a pensar en la cantidad de alimentos que desperdiciamos y despilfarramos a la hora de comprar y consumir? Sin pensarlo, quizá, pensemos que muy poquitos. Pero eso es una sensación que la fría estadística nos hace reconsiderar inmediatamente.

Según los estudios de la FAO o del Ministerio de Agricultura, en España se tiran a la basura casi 8 millones de toneladas de alimentos al año. En Europa, casi 90 millones de toneladas (en todo el proceso desde la producción, elaboración, distribución y consumo). Eso supone unos 179 kg por persona y año.

Quizá es difícil imaginar que esto sea cierto. Pero si empezamos a considerar las sobras que van a la basura en nuestra casa, lo que se tira en la restauración colectiva en colegios, hospitales, etc., lo que se pierde en supermercados y en el procesamiento cada vez mayor de elaboración de lo que compramos (cada año se tiran miles de toneladas de pan de molde al quitarle la corteza o de pescados ultraprocesados). Si a eso le añadimos lo que se pierde en la restauración (la próxima vez que vaya a un restaurante fíjese en lo que queda en los platos e imagine lo que quedará en la cocina). O lo que se desecha en el propio campo por que no reúne las características de calibre o aspecto (las frutas feas pero perfectamente sanas, por poner otro ejemplo…), podríamos ver que la estadística nos saca los colores.

Pues bien, este hecho se produce por nuestra falta de reflexión, de análisis, de no ir a las causas y los porqués de las cosas que suceden.

Si considerásemos que cada uno de esos 3.500 andarines, y Vd y yo, de media, desperdiciamos o despilfarramos 179 kg de comida al año, y pusiéramos remedio a ello, obtendríamos la espectacular cifra de 626.500 kg de alimentos disponibles para el banco de alimentos, ¡50 veces más que lo recogido ese día!.

Esto sólo puede resumirse en una palabra: escándalo. Mientras gran parte de los habitantes del mundo pasan hambre y en nuestro entorno tienen que acudir a los bancos de alimentos, por otro lado se despilfarra y se desperdicia -mejor dicho, desperdiciamos y despilfarramos-una ingente cantidad de alimentos.

Si nos parásemos por un momento a pensar. Si decidiéramos pensar en lugar de correr, quizá nuestra actitud sería distinta. Quizá nos hacen correr para que no pensemos en las causas y para que sólo paliemos las consecuencias a base de buena intención, de lavar nuestra conciencia.

¿Nos podemos imaginar esos 3.500 andarines a la puerta del Ayto exigiendo que se ponga remedio a este escándalo? ¿Y a cada uno de nosotros pensando en cómo evitar nuestra contribución al mismo?

Si no nos paramos a pensar, podemos terminar banalizando las necesidades de los empobrecidos, organizando un día de fiesta a costa del drama de los que sufren. Ninguna persona quiere ir a pedir alimentos, necesita resolver las causas que provocan esa situación: paro, acaparamiento de tierras, especulación,….

El problema del hambre (aquí y allá) no es una fatalidad. Las causas que lo producen están más cercanas de lo que creemos. Están en nuestras manos. Y las soluciones, en nuestra capacidad para pararse a pensar y actuar.


Desde el partido SAIn invitamos a todas las personas de buena voluntad a analizar y a trabajar juntos por un mundo donde el hambre sea erradicada desde sus causas y donde la soberanía alimentaria sea un derecho de toda persona. Es posible si ponemos empeño en poner a la Solidaridad por principio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario