Banksy la ha vuelto a armar. Unos dicen que es un genio. Otros que es un completo fraude. Su anonimato encrespa más los ánimos. Para los primeros acentúa su misterio y agranda su figura. Para los segundos es una prueba más de que estamos ante un cantamañanas.
Su último grafiti apareció esta semana frente a la embajada de Francia en Londres. Se trataba de una recreación de Los Miserables, de Victor Hugo, y estaba protagonizado por una niña con lágrimas en sus mejillas (causadas por un bote de gases lacrimógenos) y la bandera francesa rasgada a su espalda. Al lado, un código QR remitía a un vídeo de Youtube en el que la policía gala lanza gas lacrimógeno contra los refugiados del campo de Calais conocido como La Jungla.