La persecución contra los pobres crece a medida que crece la pobreza.Hace unos años una noticia sacudió nuestro país. Dos o tres jóvenes entraron en el cajero de un banco donde dormía un mendigo, uno de ellos le roció con líquido inflamable y le prendieron fuego. Aquello, lógicamente, escandalizó las conciencias de nuestra sociedad. Estos días los voluntarios de Red Íncola, una red de apoyo a inmigrantes y gente que vive en la calle, han visto un cajero antipobres, el que se muestra en la foto. La dirección del banco ha puesto bolardos en el cajero, para impedir que puedan pernoctar allí personas sin techo. De esta manera condena a las personas que lo utilizaban para dormir a irse a la calle, con el frío, las heladas, las nieblas... Quizá los condenan a morir de frío.
¿No es esto igual de escandaloso que aquella noticia de hace años?
¿No es la misma canallada, pero ejecutada de forma indirecta?
¿No les basta a la banca arrancar las casas de las familias que no pueden pagar sus hipotecas que además echa a la gente de sus cajeros?
Diego Velicia
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