viernes, 16 de octubre de 2020

Círculo de silencio: Ante el drama de las personas refugiadas, la fuerza de la solidaridad Valladolid 23 de octubre del 2020

Nos reunimos en un círculo de silencio, donde queremos mostrar la injusticia con las personas migrantes y refugiadas. Vivimos momentos de alarma sanitaria con una pandemia que azota a nivel global al ser humano, y en la que se ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas de protección de las personas y familias. Como decía también el manifiesto de la campaña Pobreza Cero hace unos

días, “el virus no entiende de fronteras políticas ni geográficas, se extiende sin freno y son las personas y los países más vulnerables quienes están sufriendo con más intensidad las devastadoras consecuencias de la pandemia”.
 

En nuestra ciudad somos testigos de la vulnerabilidad en la que están viviendo muchas familias migrantes, sin acceso a recursos ni ayudas públicas, por tener una situación administrativa irregular; con dificultades para satisfacer una necesidad tan básica como comer, o para que los hijos e hijas vayan a la escuela con libros. El estudio “Un arraigo sobre el alambre” realizado por Cáritas y la Universidad de Comillas, muestra como la mayoría de las personas de origen migrante que vive en España sienten un fuerte arraigo social, al tiempo que viven una intensa segregación socio-económica, simplemente por el hecho de ser inmigrante. Denunciamos el creciente discurso de odio que hay contra las personas migrantes, incluso culpándolas de la pandemia, buscando chivos expiatorios y fomentando el miedo.

 

Queremos manifestar nuestra oposición a la construcción del nuevo centro de internamiento de extranjeros de Algeciras y la reapertura de los CIEs existentes. Durante el confinamiento fueron cerrados por ser instalaciones totalmente inadecuadas, y fue una muestra de que España puede gestionar las migraciones sin estos instrumentos que atentan contra los Derechos Humanos y la dignidad de las personas migrantes.

 

Por otra parte, seguimos con el corazón encogido recordando el horror vivido en el campo de refugiados de Moria en Grecia, que ardió la noche del 8 de septiembre dejando a 13.000 personas en la calle, entre ellas 4.000 niños y niñas, muchos de ellos sin ningún adulto de referencia. Una tragedia previsible que las ONG venían denunciado desde hace meses, por las condiciones de vida insostenibles, y la falta de voluntad política de buscar alternativas para las personas que huyen del conflicto y la persecución. Esta situación se repite en campos de refugiados de todo el mundo. No podemos conformarnos con falsas soluciones, pedimos corredores humanitarios seguros y recordamos que son muchas las ciudades e instituciones que se han ofrecido para la acogida, entre ellas Valladolid. Como dice el Papa Francisco “Lo podemos ver como un problema, como un peligro, como una amenaza. O nos podemos poner en su lugar, y entonces posiblemente nos cambie la mirada. Ante alguien que se ha visto obligado a huir yo no puedo permanecer indiferente, y menos ser hostil”.

 

Es necesario potenciar políticas de inclusión, que impulsen la cohesión social y la gestión de la creciente diversidad cultural, religiosa y social. Pero sin duda, ante este drama, la fuerza de la solidaridad ciudadana es el instrumento para enfrentar los problemas globales y crear una sociedad intercultural.

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