El pasado día 8, falleció mi padre Francisco. Quería agradecer a todo el personal del Hospital Clínico de la planta 4ª (personal de limpieza, auxiliares, enfermeros, médicos,…) que le atendió, su trato con él, pues ha sido de especial dedicación, sensibilidad y vocación su trabajo.
El mejor regalo que hemos recibido estos días ha sido a amistad con un sin techo, David, y con la familia de Fidel, con los que compartíamos habitación. Estas son las gracias que hacen los recortes: estar tres enfermos en una habitación, que entran en comunión y amistad.
Sí, amigos, hay que darle la vuelta a la tortilla.
Desde la precariedad y los recortes surge la amistad, desde una situación de paro, surge la dedicación y la lucha, desde la entrega y el amor al trabajo surge la vocación.
No podemos entregarnos a una sociedad de parados, hambrientos y esclavos; como dice la canción: «no te entregues, corazón libre, no te entregues…»
S.C.G.
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