Empezamos los vallisoletanos y visitantes nuestra semana de feria y fiestas de la Virgen de San Lorenzo 2013. Y a buena parte de la élite de la ciudad le da por desearnos a los vallisoletanos que las fiestas provoquen una especie de amnesia colectiva.
"Que nos olvidemos de los tiempos en los que vivimos" (Luis Jaramillo, director regional de la Cadena COPE), "que todos aparquen los problemas" (Javier Fernández, presidente de los hosteleros), "que la gente se olvide de la crisis" (Ignacio Fernández, director regional de Onda Cero)... Destaca entre ellos la de la concejala de Cultura, Mercedes Cantalapiedra "que sirvan para olvidar los problemas". Y es que siendo ella la responsable del programa de fiestas, el empeño en que olvidemos los problemas es cuando menos sorprendente (por no decir sospechoso).
¿Qué papel desempeñan las fiestas en la sociedad? ¿Deben ser la droga que provoca el olvido de los males actuales que padece nuestra sociedad y el mundo? ¿Debe ser sólo la excusa para remover el consumo? ¿Debe haber quien programa las fiestas y quien sólo las disfruta (o padece según se mire)? Hacerse estas preguntas y responderlas adecuadamente es el paso previo a hacer un programa de fiestas que responda a lo que una sociedad necesita, que sin duda no es la amnesia. .
Desde sus inicios el ser humano ha celebrado determinados acontecimientos en su vida y lo ha hecho de distintas maneras a lo largo del tiempo. La celebración es una parte importante de nuestras vidas. Por eso es importante preguntarse cómo queremos celebrar las cosas.
Las fiestas de una ciudad son el momento de encuentro de los ciudadanos con un motivo, en este caso la fiesta de la Virgen, que permite estrechar lazos, compartir tiempo y preocupaciones, divertirse y divertir a otros... Debe ser el momento después del cual en la ciudad el clima sea más fraterno. Y eso no se hace a base de olvido, sino de memoria.
En mi vida he asistido a distintas fiestas: de pueblos y ciudades, fiestas de facultades, espectáculos artísticos, celebraciones de acontecimientos significativos en la vida de las personas como bodas o bautizos... Puedo asegurar que las más divertidas, aquellas que han provocado mayor alegría, han sido aquellas que han sido preparadas por todos. En las que unos y otros han pensado, han trabajado y han puesto sus distintas cualidades al servicio de todos. No aquellas que provocan el olvido y la falta de memoria, sino en las que el trabajo previo acrecienta los vínculos entre las personas y los colectivos y hace avanzar la sociedad hacia mayores cotas de protagonismo.
Y a tanto personaje importante les pido: no nos deseen el olvido. Desear a alguien que olvide es desearle que no aprenda. Ni la felicidad personal, ni la social se logran a base de "olvidar".
Diego Velicia
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