Pero hablemos de otros puentes….
Hemos sabido esta semana, que el
nuevo alcalde de Valladolid, Oscar Puente (PSOE), cobrará lo mismo que el
anterior regidor, León de la Riva (PP), algo que ha sorprendido a los
vallisoletanos, que esperábamos que los cambios también llegaran en este
terreno, a lo que se había comprometido en campaña electoral.
Como todo lo relacionado con
estos temas pecuniarios, se pueden hacer valoraciones subjetivas. ¿83.000 € al
año -6.900 € al mes-, es poco o mucho sueldo (lo mismo se puede decir para los
70.000 € del teniente de alcalde (IU)? ¿están bien pagados para la
responsabilidad del puesto?,….
Pero ¿cómo podemos valorarlo? ¿en
relación a qué debemos compararlo?
Si lo comparamos con cualquiera
de los 1,8 M de hogares en los que no entra ningún ingreso, o con los que
cobran la renta activa de inserción de 426 € al mes, quizá la distancia es
imposible de medir.
Si se compara con el SMI de 648,6
€/mes, salario que los propios políticos declaran como mínimo –entendemos que
como un mínimo digno para vivir-, ¡habría que juntar a más de 10 trabajadores
para alcanzar el mismo sueldo que el del alcalde!.
Incluso si lo pusiéramos junto al
sueldo de mileurista, la distancia sigue siendo demasiado evidente, demasiado
amplia.
Y es que la realidad de nuestra
región expone que más de un tercio de sus trabajadores no llega a cobrar ni
siquiera el SMI y un 43% no llega a esos afamados 1.000 €.
En cambio, sí se parece más a los
sueldos de los banqueros, de los CEOs de las grandes empresas,….
¿A quién queremos parecernos? ¿de
qué lado queremos o decimos estar? ¿cómo va a comprender el alcalde los
problemas de los que sufren las penurias económicas del día a día, del paro, de
la pobreza energética, de los echados de sus casas,…? ¿dónde están las
verdaderas políticas de igualdad? ¿o es que sólo nos referimos a igualdad, cuando
es entre distintos sexos?
El sr. Puente col ocaba en su despacho esta misma semana una foto
de una vallisoletana que fue alcaldesa en Cataluña, como símbolo de
convivencia.
¿Por qué no ha col ocado la de otro alcalde de Valladolid, Antonio García Quintana,
socialista como alcalde y en su modo de vivir, que en su época como primer edil,
se hizo más pobre de lo que era antes de ocupar dicho puesto? ¿Qué llegó
incluso a perdonar a sus verdugos? En definitiva, ¿cuál es el modelo que
queremos seguir?
Desde el SAIn vemos que, casos
como éste, indican lo acertado de la propuesta de que los cargos públicos
cobren, del erario público, el SMI.
Y es que a la política sólo se
puede ir con vocación de servicio. Este, y cualquier alcalde, como primero y
como ejemplo, debe situarse del lado de los más necesitados de la sociedad a la
que representa. Para entenderlos, para luchar con ellos.
Algunos han buscado la estrategia
de decir que ellos se quedan sólo con una parte de esa retribución, cediendo el
resto a su partido o fundaciones aledañas al mismo.
Pues bien, la ecuación debe ser la contraria. Que el
ahorro sea para el Ayto en cuestión, abonando el SMI, liberando el resto para
las necesidades más perentorias de sus ciudadanos. Y que sea el partido el que,
solidariamente, complete el sueldo de su cargo electo, hasta el nivel que crean
oportuno.
A la política se va a servir, no
a hacer caja, sea por el alcalde o por su partido, sea del col or que sea.
Esta sociedad, quebrada por una
crisis salvajemente impuesta y cada vez más desigual, como apuntan
machaconamente todos los estudios e indicadores económicos, necesita que,
urgentemente, se “tiendan puentes” (y no como los que hemos hablado aquí) entre
los salarios de los más favorecidos y los más desfavorecidos, para que pueda
ser, de verdad, más justa, más democrática, más sociedad.
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