José María Santos. |
Son numerosos los hechos que obligan a ello
La corrupción económica de las financiaciones ilegales y los
pelotazos urbanísticos, los enchufismos y las puertas giratorias, sin olvidar
los rescates de los bancos, la evasión y elusión fiscal…
La corrupción legal de adecuar las leyes a intereses
particulares de grandes empresas o cambios de la constitución para poner por
delante los intereses de los bancos de los de las personas.
O la corrupción política que supone la falta de democracia
interna de los partidos, las disciplinas de partido, las listas cerradas, los
candidatos impuestos, los fichajes estrella y el uso del poder sin ninguna
vocación de servicio en contra del bien común.
O la corrupción que supone una situación partidista de
permanente enfrentamiento, falta de diálogo y respeto, en los lugares donde debería
predominar el diálogo, el debate, el acuerdo y el pacto.
Todas estas situaciones han ido minando la
confianza en las personas, en los partidos, en las instituciones, y hasta en el
propio sistema democrático. Ésta es la verdadera corrupción: haber
conseguido que no valoremos algo de lo que deberíamos sentirnos orgullosos.
Así, se llega a afrontar el día de las elecciones con
desgana (el número de indecisos es mayor que nunca) o se vota no conforme a los
principios y valores si no ”en contra de”. Total, “todo da igual, todos son
iguales”.
Cuando las personas cedemos nuestro protagonismo, nuestra parcela, mayor o menor, de participación personal y colectiva, llegamos a sentirnos hartos, asqueados. Tanto mayor suele ser la desgana cuanto menor es el compromiso político.
Cuando las personas cedemos nuestro protagonismo, nuestra parcela, mayor o menor, de participación personal y colectiva, llegamos a sentirnos hartos, asqueados. Tanto mayor suele ser la desgana cuanto menor es el compromiso político.
Ante esta situación desde el partido SAIn queremos ofrecer
una nueva propuesta, que se base en la honradez y el servicio al bien común,
desde las claves de la Solidaridad y el protagonismo (Autogestión), con una
visión amplia desde el Internacionalismo.
Un espacio de verdadera regeneración, que rompa con toda esa
espiral de corrupción y en el que la política cumpla su verdadera vocación de “hacer posible lo
necesario”.
José María Santos
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